Archivo documental digitalizado del activismo lésbico, conformado por el registro de producciones gráficas y teóricas, registros fotográficos y sonoros, encuentros reflexivos y acciones callejeras de grupos y activistas lesbianas de diferentes momentos históricos, múltiples posiciones políticas, y diversas geografías de Argentina. Está en permanente construcción, envianos tus aportes y colaboraciones.

viernes, 30 de marzo de 2012

valeria flores

Pensando en voz alta

Desde algunos muros de facebook a ciertos comentarios de pasillo, se siembra la sospecha artera de un sesgo biologicista que sustentaría la celebración de las amantes. Esto es: sólo para lesbianas encarnadas en cuerpos de biomujeres con vagina. Sin negar tanta lógica excluyente que animaron espacios feministas y de lesbianas a nivel latinoamericano bajo una epistemología genital, ahora nos encontramos con autoinstituidxs en "policía de tránsito", que fiscaliza, inspecciona y vigila las rutas identitarias que se eligen para activar políticamente; más precisamente, que se adjudica el control de lo que hace un grupo de tortilleras -feministas anarquistas cuir- que no se arroga la representación de ningún movimiento, sino que tan sólo propone abrir un espacio de discusión sobre determinados núcleos problemáticos. Más que una pena, estimo que esta práctica política de tono condenatorio y que se ensaña con micro-grupos que se gestan desde la afinidad política y afectiva, en tanto ciertas acusaciones circulantes no se han vertido públicamente, por ejemplo, sobre las megaorganizaciones LGTB -que sí se arrogan la representación del movimiento y sus agendas son abultadamente financiadas-, no hace más que robustecer la lesbofobia imperante al interior del activismo lgtb, reprobar la visibilidad de modos de activismo disidente así como desconocer la trayectoria histórica y política de quienes organizamos, tortilleras que hemos participado en espacios constituidos por múltiples identidades, apostando a la articulación de proyectos políticos y producciones teóricas sin que se disuelvan las diferentes y específicas formas en que opera la violencia heteronormativa sobre los cuerpos. No somos impolutas ni pretendemos el carnet de inmunidad por el sólo hecho de reconocernos activistas; celebramos las interpelaciones con sostén político, pero no el lagrimeante victimismo de egos no convocados, el inventario de cuerpos con los que se coge como alegato identitario ni la sofocante cita a comparecer cada gesto que esbozamos. Sería deseable que se examine colectiva y políticamente qué se está disputando en todos esos comentarios, porque a veces, demasiadas, lo único que molesta es la voluntad de poder expresada en esta iniciativa, de poder juntarnos, de poder organizarnos, de poder hablarnos, de poder escucharnos, de poder pensarnos, de poder disfrutarnos, de poder estimarnos, de poder festejarnos, de poder disentirnos, de poder querernos.


valeria flores
30-03-12



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